Las torres. Mi casa. Mi cielo. Mi lleva la chingada, me quedé dormido....Ora regresate, ora! y eso qué es, oh!!!! se ve bonito. Qué onda con los cines?! Ya ni edificio es eso... ah, si tuviera baro para que vieran la foto...bueno, pero lo tendré, click click click....jajaja, qué chistoso que la gente se apropie de la propiedad federal...y cuidan re bien su jardín. Ya no más falta que pongan casa con cimientos...jó jó jó, eso si parece una casa! qué riesgo que la pusieran con cimientos...al menos así no se ve tan feo, pero una casa es el colmo!!... Ora perro cabrón, no espante...pinche gente puerca, mucha basura, se sigue viendo bonito, voy a aprovechar, click, click. mmm si se ve bien, tengo sueño...pero ora ya me pasé ora me chingo....
Era la ENAH. Se reconocía fácilmente por su media luna y su auditorio. El auditorio cada día se me figuraba más a la parroquia de San Vicente de Paul en La Perla. En esa ocasión había un evento de feministas que repartían volantes a la salida del edificio principal. En el lagartijero había una congregación de alumnas que exigían un alto al acoso. Entre las escaleras y la entrada principal había una fiesta que parecía rave entre los puestos de garnachas que alimentaban a los estudiantes. El patio central del edificio principal, no era más que una extensión de ese pasillo largo que todos los días tenía cruzaba para dar clases. Bajando la escaleras la vi recargada en el pasamanos. Cuando me vio se espantó. Quise saludarla por instinto, pero sus gestos me hicieron pensar que quería estar lo más lejos de mi. Lucía pálida y vieja. Usaba peluca. Finalmente huyó de mí hacia los puestos de garnachas y yo fingí no conocerla. Era la primera vez en casi dos décadas que no la veía. De regreso a la
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