El gobierno mexicano está tan dividido, es tan débil, es tan corrupto y es tan ridículo, que nos asusta el poder que se le puede otorgar a una sola persona. Eso quiere decir que, como siempre se ha dicho, nuestras instituciones no sirven, las cámaras no sirven, el sistema judicial y el ejecutivo no sirve, en fin, nuestra democracia es una vacilada, porque si estas cosas sirvieran tanto como cacarean los opinólogos que tenemos, que llegue Obrador, o Pedro Picapiedra, sería irrelevante. Entonces, si el poder ejecutivo tiene tanta fuerza y el federalismo es pura fachada, entonces nuestra "República" federal no es tal, y de facto vivivmos en una especie de monarquía presidencialista. Esto explicaría por qué en lugar de mejorar empeoramos cada nuevo gobierno de esta Presidentocracia.
Ordaz empezó el desorden porque mostró que el poder del presidente es casi absoluto. Sus pasos los seguiría Echeverría. Ya casi como el tirano Nerón, José López Portillo llegaría al poder empoderado cual tlaltoani mexica para ser recordado por sus excesos, ungido en la banda presidencial. De la Madrid, su sucesor, llegaría como Zedillo después de Salinas, a restaurar un poco el orden. Porque al regirse el país por el genio y la figura de una sóla persona, los mal llamados poderes de la unión, el judical y el legislativo, de facto sólo han logrado acatar las órdenes del presidente en turno. En sí mismos, no constituyen un contrapeso. Y así, llegamos a la época en que pasamos de ser gobernados por un loco y acabamos con un borracho, que nos dejó a un bonito títere, y bien sabemos que un títere no tiene cerebro.
No es de extrañar que los grupos más conservadores tengan miedo que llegue otro de tantos presidenciables a tomar el bastón del mando. Justamente porque en esta suerte de neo-altépetl republicano, la corona no se hereda, se gana con favores, y por lealtad al partido. Las familias reales en México son los miembros de esos partidos, la crema y nata, y pueden o no tomar le poder. Que Margarita Zavala tenga oportunidad de participar en la contienda, o que exista temor de que AMLO gane, o que medio mundo crítique a Anayaboy, no es una coincidencia.
Fundación de México (The foundation of Mexico) – Tenochtitlán by Roberto Cueva del Río CC BY-SA 3.0
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No es una coincidencia ni siquiera que nadie hable de Meade. Es sólo un juego de poderes, y quienes ahora lo detentan tienen miedo de perder el trono porque quién sabe cuándo lo puedan recuperar. Un poco quizá como pasó con el feudo Ciudad de México, antes Distrito Federal, y más antes ciudad real y leal...y más antes, In Altepeyollotl, o Iyolloco In Altepetl Mexico Tenochtitlan-Tlatelco. Y es que piensen, ellos, los que ahora gobiernan, saben que en este sistema se da poder casi absoluto al presidente; y cada presidente representa a una tribu partidista, a un corporación, a un grupo de actores políticos. El presidente es el jefe del grupo, y su líder, ungido cual tlatoani o faraón, no importa si tiene 15 años, si está loco, o si no sabe ni hablar. Y cada representante de cada tribu empodera a sus integrantes más cercanos primero y luego a las demás. Pero siempre retroactivo al partido. Si gana un representante de otro partido, éste retribuirá a su tribu, pero no a las de los otros partidos y como saben ellos, el sistema le da casi poder absoluto al presidente (y a su corporación tribal, que a su vez retribuye a los pochtecnócratas aliados) y eso les da miedo, porque saben que ni los 500 caballeros jaguar federales, ni los 128 caballeros águila senatoriales, pueden cambiar esto. Mucho menos lo podrán cambiar los miembros menores de los calpan regionales que integran cada una de las 32 provincias de la Nueva España, que hoy insiste en llamarse México, como evocando aquella época de supuesto esplendor nativo previa a la Conquista.*
El cambio, como siempre, vendrá de abajo, desde abajo y desde atrás, y desde abajo y a la izquierda, donde dicen los compas que reside el corazón. Yendo atrás en el tiempo, nos veremos los macehuales la cara y nos reconoceremos como ciudadanos de una hermosa nación. Mirando de frente, y no hacia arriba ni hacia abajo, osea, viéndonos a los ojos, o en el espejo, quizá podemos comprender el largo transitar de la historia y nuestra posición en ella. Ya lo dijo Carlos Marx en el 18 brumario de Luis Bonaparte:
"Man makes his own history, but he does not make it out of the whole cloth; he does not make it out of conditions chosen by himself, but out of such as he finds close at hand. The tradition of all past generations weighs like an alp upon the brain of the living. At the very time when men appear engaged in revolutionizing things and themselves, in bringing about what never was before, at such very epochs of revolutionary crisis do they anxiously conjure up into their service the spirits of the past, assume their names, their battle cries, their costumes to enact a new historic scene in such time-honored disguise and with such borrowed language"
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