Reyes «traumaturgos»: Hipocresía, folclor, covid-19 y negacionismo.

A riesgo de caer en un falacia ecológica (que sí lo haré porque voy a meterlos a todos, incluyéndome a mí, en el mismo saco), aquí les va una crítica poco destructiva a todos ustedes, ¡hipócritas!

¿Se acuerdan cuando se burlaron y se rieron del compa con su San Judas que iba en bici y que se estrelló en un coche estacionado en lugar prohibido por culpa de un automovilista y un copiloto irresponsables que lo filmaron porque les pareció graciosa la escena? Nadie criticó ni al automovilista estacionado en el carril del trolebús, ni a quienes irresponsablemente filmaban contra su consentimiento, a un ciclista. Y luego, para excusarse, «¡ay!, es que los mexicanos nos burlamos de todo, así somos, así nacimos, y así nos moriremos» (parafraseando a Alaska y Dinarama).

¿Se acuerdan que todos nos reímos de ese cuate? Hoy todos andan de hipócritas defendiendo a la clase trabajadora pero a la menor provocación nos burlamos de ella. Ese cuate, sólo es un ejemplo.

Porque claro, cuando llega un chef a decirnos que el cliente no siempre tiene la razón y que esa visión capitalista que reza «el que paga manda» debería abolirse, no sólo en un restaurante sino en la política misma, todos lo acusan de clasista y pendejo. Pero nadie piensa en eso cuando a Doña Pelos (¿se dan cuenta que nunca la llaman por su nombre?) le piden un ingrediente o refresco que no tiene y que, Doña Pelos que cree que el cliente siempre tiene la razón y que hay que complacer, termina enviando a su hijo o hija menor de edad a la tienda a comprar lo que «falta», porque ustedes, hipócritas, son los que pagan y el cliente siempre tiene la razón, y es obligación de Doña Pelos complacerlos.

Cuando la burla es colectiva nos refugiamos y excusamos en la pinche excusa más pendeja de todas, "es que es así somos los mexicanos, es parte de nuestro folclor"; pero cuando hay opiniones encontradas, iniciamos batallas épicas sin sentido porque además somos incapaces de discutir sin mentarnos la madre.

Y así, criticamos a la güera tonta que le hace carrilla a su empleada doméstica, con justa razón, y tambíen con justa razón nos volcamos a defender a los triciclos de trabajadores informales (algunos incluso defienden a los trabajadores que usaron esos triciclos...); y en marzo, todos coreábamos que quedarse en casa era imposible para miles de familias que no pueden quedarse en su casa y viven al día; y en 2017 todos elevaban su puño para guardar silencio para buscar entre los escombros a una sóla persona.....

¡Ay, pero llegó 2020! Y todos sufrimos de pandemiosis aguda, que es cuando todo lo que uno es-era-será, se transforma en era-será-soy, así en este orden. Y entonces, si se mueren 369 personas a causa de un movimiento telúrico, luto nacional, pero si mueren 60 mil por la violencia en lo que va del lopezobradorato, qué tanto es tantito, la culpa es de Calderón, del Borolas, ese apodo que desde el poder se le ha puesto al presidente espurio, desplazando al involuntario FeCalHin. No pasa nada, nada, porque «narcotráfico».

O ¿qué pasa cuando se mueren 60 mil por Covid-19? Pues ahí, defendemos al querido y privilegiado epidemiólogo López-Gatell, porque no importa que sea un blanco privilegiado que estudió en el Colegio Madrid, esas personas nice, sí nos caen bien. Ahí criticamos a los 60 mil muertos, muchos de ellos personal de salud, muchos de ellos trabajadores que vivían al día, muchos de ellos, gente como el chavo con su San Judas, muchos de ellos como la señora a la que su empleadora la agarró de bajada cuando le ordenó comprar queso (hay gente tan inútil que no sabe ni comprar queso, imagínense). En fin, muchos defienden al médico con posdoctorado pero sin doctorado López Gatell y critican a quienes bautizaron como «shrekxicans» porque no se quedan en su casa. ¡Chingadamadre! ¿No decían que no podían quedarse en su casa porque vivían al día?

 La culpa es de esos trabajadores que son tontos y que no ven al didáctico aprendiz de brujo. El AMLO wannabe, que es como ese profesor que todos queremos hasta que nos profesionalizamo y entendemos que decían puras tonterías, es también fantasía de muchas tuiteras que se sienten moralmente superiores porque dicen que este es mejor que EPN porque no sólo es guapo, sino que es medico (que no, que no es doctor). Claro, el clasismo sólo cuando nos conviene no es malo. Fuchi caca, diría el rey «traumaturgo» (así, de trauma no de tauma, su parecido al alemán del nazionalista es mera coincidencia).*

Dicen que en país de ciegos, el tuerto es rey. En México llevamos tantos años reproduciendo la estupidez que ahora que gobiernan  personas medianamente informadas, muchos creen que son eruditos e inteligentes y que hasta tienen clases de historia en la omilía mañanera como jamás las tuvieron en las aulas. ¡Hipócritas! ¿Acaso no se dan cuenta? Defienden a la clase trabajadora cuando abusan de ella en TikTok pero cuando su rey traumaturgo ignora a los maestros que se están chingando el lomo en las comunidades e impone el imperio de la educación a la «chespirito», aplauden que los fifís Azcárraga y Salinas eduquen a sus hijos.

Y qué tal cuando esa gente, la trabajadora, la que sí produce se comporta tantito diferente. La gente que trabaja en maquilas, la que conoce perfectamente lo que es una jornada de trabajo, la que cosecha tu comida en el campo o la produce en un fábrica de embutidos, o la que resuelve el cagadero administrativo del país, o la que fabrica tus lujos electrónicos, todos ellos pues, que tienen que trabajar diario mínimo ocho horas al día y que sus fines de semana y días festivos son sagrados y festivos en verdad; esta gente es chida y todo hasta que se te ocurrió llamarlos shrekxicans. Porque claro, te ofende que les quiten sus triciclos en la Miguel Hidalgo a esos trabajadores de a pie (o de a triciclo), pero también que salgan a divertirse y comprar. ¡Cómo se les ocurre salir en plena pandemia a esas personas que hacen que la ciudad siga de pie!

Y claro, cómo es posible que esa delegación/municipio, la Miguel Hidalgo, desde donde se esparció el virus a toda la ciudad, pero que medios de comunicación y tuiteros expertos en leer tuits reprodujeron ad náuseam que era la gente de Iztapalapa la que propagaba el virus porque sus lujos, ¡ay, no! ¡Son ir a comerse una pizza en Little Ceasar el día de las madres! Y cuando hablas de los pobres hablas como si tú no lo fueras, esa nauseabunda condescendencia que caracteriza a todos los privilegiados. ¡Sí, los privilegiados pueden ser pobrísimos!

Y si la clase trabajadora atasca un metrobús en Indios Verdes o el metro en La Paz, guerra contra los del establo de México. Su Trumpito interno aflora y casi casi quieren construir un muro que divida al DF/estado Ciudad de México de su periferia, porque les quitan su empleo, porque atascan el transporte, porque ocasionan tráfico, porque «son delincuentes», porque afean la ciudad, porque......uuuy, nuestro Hitlercito interno se activa y de pendejos nos los bajamos, les echamos la culpa de que son irresponsables y que por su culpa no bajan los contagios y todavía tenemos la pinche gracia de defender a un güey que todas las tardes hace las veces de cirquero más que de epidemiólogo, porque se la pasa echándose malabares retóricos y estadísticos, domando a las fieras o haciéndola de payasito.

En tierra de tontos, AMLO es rey. Y su arlequín, Lopez-Gatell, es ese noble guapo al puro estilo Mr Darcy, que odiarías si no fuera porque te echa los perros pero es casado, y le crees cuando te dice que dejará a su esposa por tí. Y todos lo días te lo dice y todos los días le crees. ¿Ustedes en verdad creen que porque habla bonito, sabe? ¿No han pensado que porque ustedes no tienen la más remota idea de lo que dice, les creen porque les hace creer que entendieron? ¡Chingá! ¿Ya se las olvidó cuando Salinas dijo que México estaba a punto de convertirse en país de primer mundo?

¿Dónde estaba AMLO cuando el país se caía a pedazos? Miren si no son pendejos, o se hacen o son hipócritas. El PRI ya estaba muy podrido en 1980. Ya habían matado a un chingo de chavos y no tan chavos en Tlatelolco, ya había pasado Corpus Christi, ya teníamos presidente Televisa y como dijo Chico Ché, el dólar seguía pa'rriba y el peso seguía bajando. Y aún así su presidente querido al que defiende con capa y espada, se enroló en la filas del PRI. 

¿Qué más podría decirles que no sepan? Porque lo saben, lo saben pero no lo quieren admitir. 

Son, somos, un desmadre, parroquiales, nacionalistas, patrioteros, folcloristas, condescendientes con quienes creemos inferiores, sumisos con quienes creemos superiores, arrogantes contra quienes creemos pendejos pero nos convertimos en unos Gutierritos Wash and Wear cuando quien nos trata es quien cree que somos unos pendejos.

Hipócritas más que cínicos, porque no es que ya se resignaron a aceptar el cagadero, lo que sí es que su cagadero es selectivo según les convenga, su rumbo lo dicta la veleta que nos saben que tienen en la cabeza.

* N.B. A veces me preguntan que qué chingados quise decir. Entonces esta parte la explico. Taumaturgo es una palabra con raíces etimológicas griegas θαῦμα «maravilla» y ἔργον «trabajo, obra», y por extensión se le llama así a los magos, pero también a cualquier persona que tiene poderes para hacer cosas maravillosas. El término se hizo particularmente ruidoso en mi cabeza cuando conocí a los «reyes taumaturgos», que curaban las escrófulas con el famoso «toque real». En realidad no curaban nada, las escrófulas son linfadenitis tuberculosa cervical, una enfermedad que raramente es mortal, y que a veces remite espontáneamente. Los reyes usaban el toque real y su potencial curación de forma política de modo que se legitimaban como reyes cuando la persona se curaba. Pero yo escribí «rey traumaturgo» porque aunque el rey quiera usar detentes y amuletos de la buena suerte para curar el coronavirus, lo cierto es que  sus obras son lesivas, por un lado, y por otro oníricas. Me explico: la palabra «trauma» viene del griego τραῦμα (trauma = herida), sin embargo, en alemán Der Traum significa «el sueño», y bueno, cuando dije nazionalista quise decir nazi, porque el rey traumaturgo alemán por excelencia es Hitler. Entonces un rey traumaturgo no es aquel que curaría una enfermedad por magia sino inflingiendo heridas oníricas (onírico, del gr. ὄνειρος, ensueño), es decir, manteniendo una ensoñación que hace creer a la gente que todo esta mejor aunque esto no sea cierto y la gente siga muriendo.