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Sobre la vacuna, el covid y el capitalismo.

El fin de la comunidad y la entronación de los príncipes de estados nacionalistas. El individualismo colectivo, patriotismo y leviatanes –gigantes y horrorizantes pero con pies de barro– ideológicos, contra la colectividad y la solución de problemas en comunidad.

Es la vacuna contra la Covid-19 un Ubik de la vida real como el que imaginó Philip K. Dick?


La vacuna es importante, sí, pero no podemos olvidar la colectividad, el sentido común. Como comunidad no hemos sido responsables, o sí, quizá sí, pero la responsabilidad no recae en la sociedad sino en el individuo. Todos vemos con malos ojos a quién hace mal, pero raramente aceptamos lo que hacemos mal. Si yo voy a ver a unos amigos está bien porque yo me cuido, porque son de confianza, porque sólo son dos. Pero si otra persona hace exactamente lo mismo está mal, no entiende, es un irresponsable.

Estas actitudes egoístas, son un legado capitalista de largo aliento. Mientras yo esté bien, pendejos los otros. Preferimos una vacuna, una panacea sanitaria y volcamos todas nuestras expectativas en ella, esperando nuestro turno para ser vacunados, en lugar de asumir las consecuencias de nuestros actos, de dejar de viajar,  de aguantar un par de años como colectivo las penas individuales. Pero no, nos fascinó el mundo sin humanos un mes; dos meses entendimos al perro encerrado que ladra cuando ve una persona pasar; al tercer mes ya no aguantábamos el encierro. El cuarto mes mandamos a la chingada todo. El quinto nos valieron las medidas y culpamos a todos. En menos de un año sacamos lo peor de nosotros y la idea casi utópica de cómo nos hubiera gustado ser, la echamos al caño junto a todos esos rollos de papel que compramos como maniacos al inicio de la pandemia.

Entonces, el mundo farmacéutico, ese de los grandes consorcios y las empresas transnacionales, el mundo capitalista encargado del departamento de salud, desarrolló una vacuna en tiempo récord. En lugar de un desarrollo calmado, de pronto el mundo, sin siquiera acabar un año, ya tenía la primer vacuna. Inglaterra aprobó por emergencia una vacuna que ahora parece no ser tan amigable con los viejos y a pesar de que el Reino Unido desarrolló un sistema de vacunación desde hacía muchos meses, el plan implicaba echar todas las esperanzas a la vacunación universal para de una vez por todas salir a embriagarnos al pub. Y así, el otrora imperio británico, indirectamente, casi como por ósmosis, dio el banderazo de salida a la carrera por la vacunación, una carrera sin sentido donde se pretende ver qué país vacunará primero a todos sus ciudadanos. El premio, reanudar el proceso de acumulación de capital. Y así, como si se tratara de ganar el premio mayor, los países comenzaron a realizar transacciones con los laboratorios que estaban desarrollando vacunas para asegurar producto. La vacuna se convirtió en una especie de gadget que todos quieren tener.

Todavía ni sabemos las secuelas a largo plazo pero lo que hace dos meses o tres era todavía un deseo, hoy lo exigimos y nos peleamos por no tenerla, y exigimos la vacuna porque apelamos a nuestro derecho a sentir chinicuiles en la cola y querer salir de nuestras casas y embriagarnos y consumir y gastar el poquito dinero que tenemos. Ajá, el capitalismo es el más beneficiado con la vacuna. La sociedad es la más afectada. En un año prefirió mandar a la chingada una posibilidad de hacer comunidad, a distancia, pero comunidad al fin, en nombre de su libertad de ser salir a la calle. Yo soy de los que cree que si nos hubieran prohibido quedarnos en nuestras casas seguro hubiera sido más efectivo. Y ahora, con chingos de vacunas en fase tres de investigación, en una franca guerra fría por ver qué país o qué empresa es la que tiene el pito o las chiches más grandes, hasta atisbos de 1989 (o quizá 1917 o quizá 1968) se perciben en el horizonte, con muros Trumpianos, nacionalismos exacerbados y anticomunistas de hueso colorado, y politiquería barata en todo el mundo.

La vacuna no resuelve ningún problema social, ni político, ni económico, e irónicamente tampoco resolverá un problema de salud pública, porque no estamos, como comunidad, resolviendo nuestros conflictos sociales, políticos, ni económicos pre-pandémicos, y que han chingado horriblemente nuestra salud. Sí en cambio, estamos apostando a la vacuna para poder regresar con ansia a ese mundo pre-pandémico que hoy parece idílico aunque en 2019 todos odiábamos. Es una ironía tan mayúscula que resulta una tontería.

Lo que parece urgirnos es la reinstauración del orden capitalista cuanto antes. Al principio de la pandemia muchos dijeron que era momento de reconsiderar nuestras opciones históricas para el futuro, repensarnos, transformar las relaciones políticas, sociales y económicas. La vacuna y la apuesta casi patológica por vacunarnos para «derrotar» al virus —a quien vemos como un enemigo a vencer—, sólo muestra que lo que queremos en realidad es retornar a la normalidad capitalista, esa donde todos hacemos un cagadero y consumimos a lo pendejo para «apoyar la economía». Los muertos, esos no importan, no ahora, no para quien no ha perdido a nadie. La única colectividad capitalista es la que hacernos sentir que el enemigo es un virus invisible, que debemos aguantar, y que al final del túnel, habremos de ganar «la batalla».

La vacuna no resolverá nuestros problemas de salud. La gente se sigue muriendo en muchos países pobres por enfermedades curables. La vacuna contra la Covid-19, contribuirá, sí, para quien pueda comprarla y aplicarla a toda su población, a que el coronavirus se convierta en una gripa más, un pequeño resfriado. La vacuna, a largo plazo, reducirá muertes, pero no impedirá que nos contagiemos. Es más, no sabemos qué pasa con los niños recién nacidos. ¿Ya son inmunes? ¿Se les aplicará la vacuna de bebés, de niños o de adultos? Si nos vacunamos hoy, ¿en tres años ya somos completamente inmunes o será como la vacuna de la influenza estacional? Pero la vacuna no impedirá que aun enfermos podamos salir a consumir o que si nos enfermamos, en lugar de gastar recursos públicos para ser atendidos en un hospital, los gastemos en nuestra casa sin temor a morir y que nos ausentemos del trabajo para recuperarnos no en dos semanas sino en dos días. Claro, la vacuna no está diseñada para curarnos, está diseñada para que no dejemos de ser entes productivos del sistema. La vacuna permitirá que las empresas sólo nos paguen dos días de salario por motivos de salud y no 2 semanas.  Que débiles, pero vivos, y no contagiosos, salgamos a producir capital y a consumir.

Esto es la vacuna: la apuesta capitalista para regresar a la normalidad del sistema explotador. Ese sistema que ayuda al que madruga, y que quiere que te pongas la camiseta y trabajes horas extras sin pago, o que te da dos semanas de vacaciones en un año. El sistema al que queremos regresar cuanto antes es es que te paga por trabajar 8 horas nalga, pero no te paga por las 2 horas o más que pierdes en desplazarte en un transporte público ineficiente, ni la hora de comida fuera de tu casa. El mismo sistema que prefirió dejar morir a miles de personas antes de cerrar negocios, el mismo sistema que cerró museos pero abrió bares, el mismo sistema que cerró bibliotecas pero no restaurantes. El mismo sistema que en lugar de abrir parques y habilitar áreas verdes para correr y caminar, las cerró. El mismo sistema que invierte en carreteras y caminos para que disfrutes tu automóvil, pero que odia que camines por banquetas amplias y accesibles, o que utilices tu bicicleta como medio de transporte. Ese sistema, en fin, que pone un centro comercial en cada lote baldío que algún hijo de la chingada les dio. El sistema de la vacuna expedita, que no es otra cosa que una suerte de guerra fría o carrera espacial, es sólo un forma de que ese sistema de explotación humana y consumo irresponsable de recursos, se mantenga vivo.

Y es tan efectiva su apuesta que ahora todos exigen la vacuna y apuestan todo por la vacuna y destinan miles de millones a la vacuna; todo esto antes de que la gente aprenda a vivir en sociedad, sin consumir. Mejor una vacuna costosa a corto plazo, pero que a largo plazo dejará jugosas ganancias a sus productores, antes de que se nos olvide la vida de consumo. Mejor una inyección que nos regrese al estado ficticio de bienestar social, antes de que nos acostumbremos a consumir localmente, o que en lugar de ir al cine o al bar, encontremos solaz en salir a caminar o preparar un rico pan casero.

Porque si, porque mucha gente no se esperó ni 6 meses para aprovechar cualquier oportunidad para salir corriendo de su casa para consumir y hacer fiesta o irse de vacaciones. Como digo, tenemos chinicuiles en la cola y el capitalismo lo sabe. Explota esa idea macabra de la libertad infinita democrática de hacer lo que se nos hinche la gana.
  • En lugar de aprender a convivir con los chinicuiles, agarrar el pexter y transformar nuestros modos de convivencia, socialización, economía, diversión, nuestra responsabilidad ciudadana (como la de los primeros dos meses de confinamiento en 2020);
  • En lugar de profesar nuestro amor por las otras especies vivas en el mundo;
  • En lugar de apretarnos el cinturón ideológico y aceptar que la crisis puede durar un par de años o más, y transformarnos y repensarnos como sociedad, y aceptar un estado de emergencia global.
En lugar de esto, preferimos apostar a la vacuna —ojo, a la VACUNA, ni siquiera a la CURA del pinche covid—. O sea, no necesariamente dejaremos de estar enfermos, y seguirá habiendo muertos, porque, repito, se desarrolló una vacuna, no una cura. En el mundo, con más de 7 mil millones de personas, y sólo un puñado de empresas capitalistas produciendo vacunas, aunque todos los esfuerzos de vacunación fueran muy chingones, de todos modos nos tardaríamos mínimo 2 años en vacunar al mundo. Es simple aritmética: ni las empresas tienen los recursos y capacidades técnicas para abastecer a todo el mundo, ni los países la infraestructura para vacunar a todos sus ciudadanos en 6 meses.

No digo que la vacuna no sea útil, claro que lo es. Y nos da certidumbre en un mundo incierto. Lo que digo es que no puede ser un fin, sino un medio. Y que si ahorita mismo no cambiamos nuestros modos, nuestras formas de ser, hacer, ver o decir el mundo, la vacuna se convertirá en un recurso limitado par transformar el mundo que se dejó ver podrido en 2020. Por esto hago el símil con ubik, esa sustancia milagrosa que se le pone a las cosas viejas y podridas, muertas, para que luzcan como nuevas. La vacuna es un producto milagroso que impedirá darnos cuenta que el mundo capitalista, con o sin covid, apesta, huele feo, no sirve, hay que echarlo a la basura, no basta con echarle perfume.

Si, vacunémonos, a largo plazo, al pasito. No entiendo la prisa por hacerlo ya, mañana. Veo que muchas personas critican la página del gobierno. Yo sería el primero en criticarlos, desde que empezó este desmadre mintieron, a diestra y siniestra. Era tan cínica la mentira que ni con el Gran Hermano EPN, noté tanto el parecido a la Oceanía de Orwell. Pero seamos sinceros, es culpa del gobierno, sí, andar mamando con que son los Avengers, comandados por su Capitán AMLO, pero pues recordemos que el Capitán América es un wey equis al que drogaron para hacerlo fuerte y que ni con el corazón más puro, sería tan único, inteligente ni mítico como Iron Man, Hulk o Thor. Pues así, esto es un hecho, pero de ahí a culparlos por nuestro deseo casi patológico por registrar a nuestros familiares en una plataforma de Internet, no manchen, ni son Google ni contratarían a Google, ni las páginas más populares aguantarían el madrazo de recibir miles de peticiones por minuto. Inténtelo con Ticket Master y sus tarjetas banamex....ahh, no se puede, jajajaja, pero ¿se acuerdan? Y aquí hablamos, por mucho de unos 200 mil potenciales asistentes a un foro sol, o al palacio de los rebotes, para conseguir boletos para unos 20 mil asistentes en una serie de 3 conciertos, una madre así. Y ticket master lleva haciéndolo por años. No mamen que una página web, es más, es que ni siquiera el sistema web en sí mismo es el pedo, el motor de base de datos usado tronaría. ¡Estamos hablando de millones de personas queriendo comprar su boleto para el Foro de Vacunación! Estamos hablando de motores como Oracle o en la república franciscana y austera de la cuatroté, pues igual y usan MySQL o PostgreSQL, o algo así, bueno pues esas madres truenan después de un chingo de peticiones simultáneas, no es culpa del gobierno ( o quizá si, pero ya neta, neta, neta, lo digo en buen pedo, veámonos en el espejo. Todos estamos bien pendejos, TODOS. Y quien diga que no, seguro es más pendejo que el promedio. Y aunque no estaría chido culparlos de querer vacunarse ya o de vacunar a sus familiares, sí puedo decir que es culpa de ustedes (y del capitalismo) por querer apartar su boleto de vacunación para sus familiares como si estuvieran comprando boletos para ver a Juan Gabriel en el Palacio Nacional. 

Lo único que sabemos, con relativa certeza es que sólo personal de salud y ancianos recibirán la vacuna con seguridad este año. Otra cosa irónica, antes de 2020 odiábamos a los baby boomers y hoy no queremos que mueran, y con justa razón, no me vayan a malinterpretar;  pero ahora también leo a gente muy pendeja que sugiere que no vacunen a ellos primero porque ya están viejos y de todos modos se van a morir. ¡Chingadamadre! Un pinche poquito de empatía por el amor de Anubis. El pedo con los baby boomers no es que estén vivos, no sean mamones, es que algunos no dejan que los chavos tengan un futuro digno y esto si se los podemos recriminar, en plan de tu ya viviste tu vida, ahora déjanos vivir la nuestra. Y cuando hablamos de «ellos», de los beibis bumers, casi nunca, o nunca, hablamos de nuestros abuelitos o papás, hablamos de los culeros que ejercen cargos en el gobierno o empresarios con influencia en el gobierno. Por ejemplo, hay baby boomers como el presidente de México, que ganando 100 mil pesos al mes, saliendo con un traje y corbata diferente cada día, viviendo ahora mismo en el Palacio Nacional, propietario de un Rancho «humilde» (porque ya ven que todos poseemos un rancho, já), y rodeado de familiares ricos con empresas que ofrecen servicios al estado, muy chingón le pida a sus mascotas, ehemp, que diga a sus gobernados, que se conformen con un par de pantalones y zapatos que para qué quieren más. La neta sí que no chingue, tantita madre. Esta es la crítica a los boomers. Que ellos se chingaron el mundo y que ahora nos piden a los jóvenes que no lo hagamos pero que ellos se conserven boomers o una madre así. Pero de ahí a que no los vacunes o desees su muerte, pues hay un puto mundo de diferencia.

La historia del perro que se cagó enfrente de la casa de un vecino

Y así como esto, pues hay otros problemas. Es un ciclo de sentido común esto de los programas de vacunación.

¿Por qué primero doctores? Pues porque necesitamos gente sana que nos ayude a estar sanos. Y no sólo, que si me parto la madre en mi coche por ir a exceso de velocidad, o que si un wey a exceso de velocidad me atropella, o que si fui de vacaciones en plena pandemia y sufrí un descalabro por andar trepado en la mesa de un bar al que no debí ir en Tulum, pues que siempre exista alguien sano que sepa curarme lo pendejo, que diga, mis heridas.

Luego, ¿que por qué primero los viejitos? Pues porque el problema, desde un principio, y la razón de existir del confinamiento, es evitar que colapse el sistema hospitalario. A los ancianos se les pide no salir porque son vulnerables y son las personas que potencialmente requerirían hospitalización.

Vamos a suponer que en un hospital hay 10 camas, 2 doctores, 2 enfermeras. Una cama está ocupada con un paciente que está ahí desde un mes por problemas renales, y otra cama está ocupada por un paciente de cáncer terminal. Al hospital llegan dos madreados: se agarraron a garrotazos por una riña pendeja. Resulta que el perro de uno se cagó enfrente de la entrada de la casa del otro y en lugar de recoger la caca de su perro, cuando el otro le pidió que la quitara, empezaron a discutir y se aventaban y así; uno en un arranque de locura le estrelló una botella en la cabeza al otro, que hasta entonces usaba sólo para azuzarlo, pero luego el descalabrado sacó una pistola y le dio un tiro en la pierna al otro. Total que hubo mucho mole y angustia y finalmente intervinieron los otros familiares y así y como es pueblo chiquito pues los dos cayeron en el mismo nosocomio. Todo esto en plena pandemia.

Entonces, de las 10 camas se ocuparon otras 2. Quedaron 6. Los 2 doctores y las dos enfermeras se dan abasto sin problema. Tres días después, seguro a causa del Covid, llegan con síntomas de neumonía atípica 5 personas que estuvieron en contacto durante la refriega con los weyes del perro cagón, dos de ellas graves que requieren hospitalización. De las 10 camas, se ocupan 6, todavía los doctores y las enfermeras pueden lidiar con toda la carga. 

Una enfermera se contagia de virus, no de gravedad pero uno de los doctores le pide que mejor se vaya a casa. Ahora son 6 personas atendidas por 2 doctores y una enfermera. Al cuarto día, llegan dos atropellados, junto al wey que los atropelló quemado luego de que su coche se incendiara después de estrellarse en un muro de contención.

De las 10 camas, ya sólo queda 1. Uno de los weyes del perro comienza a tener problemas respiratorios, resulta que es la persona que contagió a todos los demás. Uno de los doctores también desarrolla síntomas.  Al quinto o sexto día llegan otras 3 personas con neumonía (una grave), un niño que se cortó un dedo cortando zanahorias con un cuchillo sin afilar y oxidado, un albañil que se cayó de un segundo piso y un chavo con sobredosis (grave). Todas las camas están ocupadas, y no hay espacio para atender al albañil ni al niño y por la gravedad de la sobredosis, tampoco a la persona con neumonía grave. Y en todo este escenario pues sólo hay un doctor y una enfermera. Obviamente ya no hay camas y el hospital colapsa, en sentido de que cualquier persona que llegue a partir de este punto, por la emergencia que sea, no podrá ser atendida.  Los que ya estaban en el hospital notan una cambio negativo en su atención.

De las personas graves en el hospital 5 son mayores de 60 años, y 4 están contagiados de Coronavirus. 

Vacunando a los viejitos habría más posibilidades de que 4 camas estuvieran vacías o de que hubiera 4 pacientes menos en este hospital.

Entonces, sí, es obvia la estrategia del programa de vacunación pero no tiene por qué ser ni apresurado ni político, ni electoral, ni basado en promesas que no se pueden cumplir o que en el intento de cumplirlas terminan en situaciones caóticas, inciertas; un cagadero pues.

Muchos dicen que nadie estaba preparado para una pandemia, que esto es nuevo, MENTIRA. Pandemias ha habido muchas, y esta no es ni será la última. La gran diferencia, es que es la primera donde hay computadora, internet, plataformas para comunicarnos globalmente y teléfonos celulares con lo que podemos estar conectados al «Tecno Núcleo» las 24 horas del día. Hace 100 años no había ni televisión. 

Cuando ocurrió la gripe española,  la forma más eficaz para comunicarnos era el telégrafo y el periódico, y un puñado de gente tenía acceso al telégrafo, otro puñado a los periódicos y eso sí, había un titipuchal de analfabetas. En 2021, hay pocos analfabetas, muchos tienen acceso no a uno o dos periódicos,  sino a prácticamente cualquier diario del planeta. El telégrafo es tan anticuado que prácticamente está extinto. Su nieto, el tuiter, es sólo una de muchas plataformas para comunicarnos al instante, sin intermediarios humanos. Esto es lo realmente diferente, pero la humanidad ya ha superado pandemias, con o sin vacunas. 

Claro, la medicina ha mejorado mucho y gracias a luchas sociales algunos sistemas de salud en el mundo son gratuitos y universales, y esto reducirá y reduce por millones los fallecimientos en comparación a los que extraoficialmente se registraron hace 100 años.  Pero incluso después de 100 años no existe una cura para la gripa. Y en 100 años, no hemos sido capaces de crear un mecanismo eficaz de contención en caso de emergencia. Y ahora echamos la culpa a un virus: una vida planetaria parasitaria (que según muchos científicos ni consideran vida) que evoluciona rapidísimo, que no podemos ver y que se reproduce y transporta muy eficazmente gracias a la movilidad planetaria humana, su huésped. No nos culpamos a nosotros mismos, ni tantito. Y si lo hacemos, siempre es para hacer ver que uno no se equivoca, o sea, uno critica al humano como un ente abstracto, ajeno. «La gente», «los covidiotas», «los chairos o los fifís», «los irresponsables», pocas veces, o nunca, decimos, «Yo», «nosotros», «qué pendejo fui», «qué irresponsable soy», etc.

En fin. Me llamó mucho la atención la respuesta zapatista al covid, comunitaria, extrema, la vida por encima del consumo, la solución de problemas en colectivo, la prevención y asumir el peor escenario, tomarse las cosas en serio. Y como no soy quién para hablar en su nombre, les dejo unos párrafos de la cuarta sección del comunicado Por la vida. Zapatistas recorrerán los 5 continentes, Sexta parte: UNA MONTAÑA EN ALTA MAR, firmado por el Subcomandante Insurgente Moisés. Este texto es de Octubre de 2020:

Cuarto.- La Pandemia del COVID 19 no sólo mostró las vulnerabilidades del ser humano, también la codicia y estupidez de los distintos gobiernos nacionales y sus supuestas oposiciones.  Medidas del más elemental sentido común fueron despreciadas, apostando siempre a que la Pandemia sería de corta duración.  Cuando el paso de la enfermedad se fue haciendo cada vez más dilatado, empezaron los números a sustituir tragedias.  La muerte se convirtió así en una cifra que se pierde a diario entre escándalos y declaraciones.  Un comparativo tétrico entre nacionalismos ridículos.  El porcentaje de bateo y de carreras limpias que determina qué equipo, o Nación, es mejor o peor.

  Como se detalla en uno de los textos previos, en el zapatismo optamos por la prevención y la aplicación de medidas sanitarias que, en su momento, fueron consultadas con científic@s que nos orientaron y ofrecieron, sin titubear, su ayuda.  Los pueblos zapatistas les estamos agradecidos y así quisimos demostrarlo.  Después de 6 meses de la implantación de esas medidas (cubre bocas o su equivalente, distancia entre personas, cierre de contactos personales directos con zonas urbanas, cuarentena de 15 días para quien pudo haber estado en contacto con contagiados, lavado frecuente con agua y jabón), lamentamos el fallecimiento de 3 compañeros que presentaron dos o más síntomas asociados al Covid 19 y que tuvieron contacto directo con contagiados.

  Otros 8 compañeros y una compañera, quienes murieron en ese período, presentaron uno de los síntomas.  Como carecemos de la posibilidad de pruebas, asumimos que el total de los 12 compañer@s murieron por el llamado Corona virus (científicos nos recomendaron asumir que cualquier dificultad respiratoria sería Covid 19).  Estas 12 ausencias son responsabilidad nuestra.  No son culpa de la 4T o de la oposición, de neoliberales o neoconservadores, de chairos o fifís, de conspiraciones o complots.  Pensamos que debimos haber extremado más todavía las precauciones.

  Actualmente, con la falta de esos 12 compañer@s a cuestas, mejoramos en todas las comunidades las medidas de prevención, ahora con el apoyo de Organizaciones No Gubernamentales y de científicos que, a título individual o como colectivo, nos orientan en el modo de afrontar con más fortaleza un posible rebrote.  Decenas de miles de cubre bocas (diseñados especialmente para evitar que un probable portador contagie a otras personas, de bajo costo, reusables y adaptados a las circunstancias) se han distribuido en todas las comunidades.  Otras decenas de miles más están siendo producidos en los talleres de bordado y costura de insurgent@s y en los poblados.  El uso masivo de cubre bocas, las cuarentenas de dos semanas para quienes pudieran estar infectados, la distancia y el lavado continuo de manos y rostro con agua y jabón, y evitar en lo posible salir a las ciudades, son medidas recomendadas incluso a herman@s partidistas, para contener la expansión de contagios y permitir el mantenimiento de la vida comunitaria.

  El detalle de lo que fue y es nuestra estrategia podrá ser consultado en su momento.  Por ahora decimos, con la vida latiendo en nuestros cuerpos, que, según nuestra valoración (en la que probablemente podemos estar equivocados), el enfrentar la amenaza como comunidad, no como un asunto individual, y dirigir nuestro esfuerzo principal a la prevención, nos permite decir, como pueblos zapatistas: aquí estamos, resistimos, vivimos, luchamos.

Y ahora, en todo el mundo, el gran capital pretende que se vuelva a las calles para que las personas reasuman su condición de consumidores.  Porque son los problemas del Mercado los que le preocupan: el letargo en el consumo de mercancías.

  Hay que retomar las calles, sí, pero para luchar.  Porque, como hemos dicho antes, la vida, la lucha por la vida, no es un asunto individual, sino colectivo.  Ahora se está viendo que tampoco es asunto de nacionalidades, es mundial.

Y ya, si quieren leer el comunicado completo pueden leerlo en la página de Enlace Zapatista. Arre pues, saludos y cuídense. 

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