Con esta publicación no pretendo ser oportunista ni invitarlos a leer mi trabajo de investigación. Con esta publicación, sólo quiero mostrar mi aprecio y soporte a las madres y padres buscadorxs, y decirles que no están sólxs, y que lxs admiro y compadezco. Quisiera compartirles lo que hice en 2021 para mi tesis, especialmente para mi marco metodológico. No abundaré en esta publicación en lo que hice para mi investigación y sólo pondré pantallazos de las secciones donde hablo de los grupos de búsqueda.
Ustedes como yo (les hablo en particular a los académicos), pueden mostrar apoyo indirecto hablando de la lucha de las madres y padres buscadores, nombrándoles en sus escritos, dedicándoles una tesis, un capítulo, hablar de su lucha en un epígrafe, mencionarlos, sin miedo, en una conferencia. Que su lucha quede en la memoria de nuestros escritos, de nuestra labor académica en tiempos tan oscuros; que su dolor y su dignidad perduren no sólo como una nota periodística más, sino un problema que nos tocó a todos en todos los ámbitos. Ignorar los problemas del país sólo porque hablamos de arqueología en el Delta del Nilo, no es un pretexto.
La muerte de Marisela Escobedo Ortiz me impactó mucho y quería rendirle un pequeño tributo en mi tesis, aunque su caso no es precisamente de madre buscadora. Pero no quería dejarlo como un tributo a ella, sino a todas las madres y padres buscadorxs de justicia que incansablemente han dedicado su vida, sin proponérselo, a realizar labores forenses, detectivescas, policíacas y arqueológicas, desde casi dos décadas ante un Estado omiso, ausente, cómplice.
Renombré el paradigma indiziario a ixcitoca y lo comparé con la labor de búsqueda de los grupos de madres y padres que buscan a sus seres queridos en México. Ahora más que nunca necesitan nuestro apoyo. Lo que pasó esta semana no tiene nombre. No sólo denostaron a los grupos de búsqueda, los humillaron, ridiculizaron y revictimizaron. Pero la humillación no empezó con el gobierno de Sheinbaum ni con el gobierno de Alfaro. Tampoco –aunque brilló como en los tiempos de Salinas o Díaz Ordaz– con AMLO. Inició, desde mi punto de vista, con el abandono, ninguneo, negligencia, descuido y olvido justamente en aquellos días funestos cuando Marisela fue asesinada, en 2008. A sólo dos años de iniciada la estúpida guerra contra los narcos. Marisela fue asesinada enfrente del Palacio de Gobierno de Chihuahua. Su muerte me impactó, porque para bien o mal, además, fue videograbada por una cámara de seguridad y yo estúpidamente vi el video. En aquella ocasión pensé: ella podría ser mi madre
. Y luego todo ha pasado en México como una avalancha.
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