Los arqueólogos solemos encontrar rastros de lo que la gente cultivaba hace miles de años: granos carbonizados, semillas chamuscadas, pedacitos de madera. En un estudio reciente liderado por Simone Riehl —en el que participé con análisis espaciales que dieron como resultado unas bonitas interpolaciones— analizamos más de 1,500 restos de uva y olivo del Levante y el norte de Mesopotamia, fechados entre la Edad del Bronce y la del Hierro. ¿El resultado? Que cuando el clima se ponía difícil y el agua escaseaba, las comunidades antiguas hicieron hasta lo imposible para que la vid sobreviviera. Es decir: antes se quedaban sin aceite que sin vino. El análisis isotópico mostró que las uvas recibían más cuidados e irrigación que los olivos. En otras palabras, había una clara prioridad cultural y económica: el vino no podía faltar, aunque hubiera sequía. Así que sí: parece que a nuestros ancestros les gustaba más asegurarse la borrachera colectiva que la ensalada bien aderezada. Y gracia...
Vivimos en una etapa de la historia donde la disonancia cognitiva está tan cabrona que en menos de 15 días el gobierno es capaz de decir que no hay deuda pero que sí hay super deuda, y salirse con la suya... Con una sonrisa casi sardónica. Una etapa donde continuamente nos dicen que vivimos en bonanza y que todo es aún mejor que una portada de la revista Atalaya, aunque cada semana una desgracia opaque a la desgracia pasada, y el gobierno se saldrá con la suya... Culpando al pasado... Despertad! El Estado, en voz de sus interlocutores, podrá decir que los mexicanos somos tan buenos que para ayudar en la desgracia suplantan, de facto, a los servicios de emergencia del gobierno ante una desgracia mayúscula... Y h umildemente el Estado se saldrá con la suya porque son moralmente s uperiores ... Y encima, el gobierno es capaz de decir que ya no hay desabasto de medicinas e insumos médicos en los hospitales públicos y simultáneamente decir que los ciudadanos pedimos abrir un...