Ayer tuve una epifanía académica. Quizá sea apegada a la realidad, quizá no. Quizá sólo termine como una historia de ficción más. Es sobre el origen de los dioses humanizados. Usteden juzgarán. Cazar no es faćil. Un hombre cazador, gracil, ágil, perspicaz, ingenioso, astuto, con todo su ajuar y herramientas y armas, cazando un animal más grande qué él. La escena, sólo de pensarla, me eriza la piel. Si no viviera en el siglo XXI, y la misma lluvia me pareciera inexplicable, un personaje como un cazador hubiera sido idolatrado por todo su conocimiento venatorio, deductivo, indiciario, como diría Ginzburg. De su conocimiento dependía la supervivencia del grupo. Cuando el hombre era más nómada que sedentario, vivía en un mundo cambiante. El clima errático y las temperaturas generalmente muy bajas o muy altas, son cosas que caracterizan al Pleistoceno. No hay periodo de más de quinientos a mil años en que el hombre haya tenido la posibilidad de descubrir o inventar los tesoros ...
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