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¡No nos hagamos pendejos!

Esta publicación inició como un hilo de tuits,
Ahora les presento una versión aumentada, corregida y hasta con imagen alusiva. Espero que les guste, aunque "ya se que no aplauden..."

¡No nos hagamos pendejos! Sí, FeCal inició una guerra pendeja que ahora nadie puede parar, pero para que haya una guerra pendeja debe haber gente pendeja que la soporte. México no es como lo pintamos: gente bonita buena onda. Somos culeros, parroquiales, gandallas, machistas.

El semanario Alarma! se publicó por vez primera en 1963, en pleno "estado de bienestar" a mitad del "milagro mexicano". Y se distribuyó incluso internacionalmente.

El periódico la Prensa o el Gráfico son otros ejemplos de periódicos machistas y amarillistas. Y la gente va y los compra. Aquí nada tiene qué ver el Fecalhin.

En los noventa yo vi, me enteré y me contaron cosas horribles que pasaban en mi colonia en Cd. Nezahualcóyotl. No había guerra contra el narco pero ya se mataban por drogas, había borrachos que atropellaban familias y mataban bebés y  por tanto había mamás justicieras.

En los noventa, había feminicidios pero era otra sociedad y eran crímenes que pasaban desapercibidos. Muchas veces estos feminicidios pasaban desapercibidos porque cubrían la tríada de la explotación capitalista según la compañera Vanessa: "somos explotadas tres veces más que los hombres, primero por ser pobre, segunda por ser indígena, tercera, por ser mujer."

En los noventa todo parecía paz y amor, el Cacas se fue de Tabasco al DF para perseguir seguir escalando en la jerarquía política y le interesaba más Rudy Giuliani que convertirse en el cura sin sotana ni rosario que es hoy. La gente creía que todo estaba mejor aunque estaba igual que hoy pero como siempre he dicho a mis conocidos, yo recuerdo una ciudad de México peligrosa, sin ley, en el México de los "presuntos culpables", los Acteales, los Aguas Blancas, los 1994s. A inicios del tercer milenio, la inseguridad estaba  a tope en el país y personajes como el Mochaorejas o el Mataviejitas se ponían de moda.  Tanto era así que el reto de ELMO, perdón, de AMLO, era acabar con la inseguridad ¿no es así?

Desde el 5 de diciembre de 1997 ha gobernado "la izquierda" progresista en la ciudad de México. De 2000 a 2005 gobernó quien es hoy el presidente del país, que sin mejorar la seguridad, dejó el cargo para el que fue elegido y se fue a buscar la presidencia. Luego vendría Encinas, luego El Carnal Marcelo, luego MAME, luego el señor X (José Ramón Amieva) y luego la Morena Sheinbaum. Con más de 20 años de gobernar la ciudad, salvo que la han vestido de seda, mona se ha quedado.

En fin, también podríamos regresar en el tiempo, de esos tiempos de prosperidad y bienestar cuando México organizaba olimpiadas y mundiales, y mataba un chingo de estudiantes, los más tristemente famosos, el 2 de octubre de 1968, en Tlatelolco; ahí donde cinco siglos atrás sacrificaban gente desollándolos y sacándoles el corazón.

Somo un país enfermo. Pero como dicen los psicólogos, el primer paso para curarnos es aceptar que tenemos un problema, ya lo he dicho y lo seguiré diciendo. Si, hay gente chida y buena onda, pero no podemos tapar el sol con un dedo. Somos groseros, nos pendejeamos a la primer provocación, nos mentamos la madre en la calle. A la menor muestra de poder agachamos las orejas, pero cuando nos toca ejercerlo cagamos a quien no está empoderado. Como anécdota y estampa de nuestra sociedad les cuento: Un día fui testigo de la siguiente escena. El automovilista que iba delante de mí, se iba a pasar un alto justo cuando un ciclista estaba cruzando la calle. Casi lo atropella. En un país "bueno" con gente "buena", el automovilista se hubiera disculpado e incluso preguntado al ciclista si estaba bien. Es decir, hubiera sido un error del conductor y éste lo hubiera tratado de resarcir. En México, en Iztapalapa, para ser precisos esto fue lo que en realidad ocurrió. El ciclista le mentó la madre al conductor. El conductor se enojó porque le mentaron la madre y en lugar de disculparse avanzó más como queriéndolo echar el coche encima al ciclista. El ciclista se bajó de su bici y lo enfrentó y hasta agarró su bici y la estrelló contra el coche. El conductor, que iba acompañado de una mujer y un niño, le respondió con un montón de groserías, lo amenazó al grito de "¡ora sí te va a cargar la chingada!" y se bajó de su coche en actitud amenazante con un bate de béisbol pequeño, como de microbusero, echó a correr tras el ciclista asustado. Pero ¡cuál sería la sorpresa de altivo autmolovilista! Quien con actitud triunfante regresaba caminando como Don Chingón hacia su coche, cuando entre gritos de "¡Fulano, Mengano, Perengano, échenme la mato para partirle la mano a este hijo de la chingada!" Y como dicen por ahí, pues patitas pa' qué te cuento. El conductor, que segundos antes parecía pavo real en toda su gloria, corría despavorido hacia su vehículo en plena huída a riesgo de semejar más a un guajolote en día de gracias.

Pues eso. Hasta ahora todos echamos la culpa a todos pero nadie habla en plural y se incluye en el cagadero de país que hemos creado. Todos la hemos cagado. De alguna u otra forma.

Basta de echarle la culpa al pasado, a las circunstancias, al vecino, al adversario, hay que vernos al espejo y darnos cuenta que cada unidad de esta sociedad dividida la está cagando, duro y tupido. Todos cargamos con parte de la culpa, y sí, de pilón, el estado ha fallado, el de hoy, los de ayer y lo que precedieron al estado mexicano moderno. Lo que no se vale es salir todas las mañanas a decir que todo está bien y asumir que no se cometen fallas, que todo marcha sobre ruedas. Y si a esto agregamos ese tono burlón, condescendiente o despótico, cuando se le ataca, se le pregunta o se le cuestiona, respectivamente, lo que separa al presidente del automovilista que les acabo de contar es que uno conduce un país y otro, sólo un coche. Y vean, de algún modo nosotros, los ciudadanos somos como el ciclista; quien se cruzó sin fijar, reaccionó violentamente contra un güey que aparte de cagarla no acepta su error, pero el wey del coche no contaba con que el ciclista podía pedir ayuda de sus cuates para chingarse al conductor, y así, en bola, sentirse más fuerte.

Curioso ¿verdad? Cómo un simple hecho aislado puede ser reflejo de toda una sociedad. Y en verdad piénsenlo, las críticas, incluso las más ridículas hacia los funcionarios públicos y en especial a los presidentes, son escupitajos a la cara: que no sabe inglés, que lo habla mal, que su acento está chistoso, que está pendejo, que es un ignorante, que no lee, que está gordo, que es borracho, que es un ranchero, etc. Acuérdense que los presidentes son representantes de la ciudadanía, que son quienes presiden al país, son un ejemplo de una parte de esa sociedad. Si salen asesinos, psicópatas, rateros, bueno, pues representan a esa parte culera de la sociedad, sólo que con un chingo más de poder y dinero que el ciudadano común.



¿Qué queremos como sociedad? ¿Tener dinero y poder? ¿Convertirnos en el güey que vive como príncipe en España que no había jamás salido de Atlacomulco? ¿Convertirnos en alcóholicos convenciéndonos de que no fue nuestra culpa que el país comenzara una especie de guerra civil? ¿Convertirnos en el amigo mitómano que cree saber todo y que nos habla como el cura que jamás ha tenido novia pero nos da consejos sobre el matrimonio, la paternidad y la educación de nuestros hijos? ¿Convertirnos como el amigo chemo que dice puras tonterías pero nos reímos con sus historias de mariguano de cuando estuvo en los iunaited? ¿O quizá pensemos más como el compa malinchista que pensó que estudiar en gringolandia era la octava maravilla del mundo, aunque son egresados del Poli o la UNAM, pero ahora viven en Irlanda o en Connecticut porque en su país no los quieren pero ellos aseguran que es porque su país no les gusta a ellos [a pesar de que lo gobernaron, ehemp, ehemp]?


POSTDATA: retahíla de dichos populares: "no por mucho madrugar amanece más temprano", "el que mucho abarca poco aprieta", "dime de lo que presumes y de diré de lo que careces".

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